Abrieron los gimnasios

Llevamos dos semanas con los gimnasios abiertos -acá los llamamos fitness studio, lo que objetivamente es un poco snob-. Al comienzo, fue una sensación de inmensa felicidad que lamentablemente no pudimos canalizar en abrazos ya que la distancia tiene que ser guardada también dentro del studio. Paulatinamente, diría que casi nos hemos ido acostumbrando al gimnasio, sino fuera porque siempre se van abriendo más y más cosas dentro del mismo fitness studio, lo que provoca una ducha de hormonas de la felicidad cada vez que vez que puedes volver a hacer algo más que antes estaba prohibido.

Al comienzo, no podíamos usar las duchas, ni sentarnos en el hall de entrada a tomar algo (café u otra bebida proteínica o algún refresco, un sushi o algún bocadillo), ni salir al jardín a tomar sol, ni menos a la piscina. Y eso que estamos en una situación privilegiada: una amiga me contó que en su gimnasio, no se puede ni siquiera ir al baño. Me muero…!!!

Afortunadamente, en mi fitness studio, pudimos asistir a cursos desde un principio después de que se reabrieron luego de -creo- siete semanas de estar cerrados. Hacíamos deporte a través de cursos on line, pero no es lo mismo… Se abrieron; pero con muchísimas condiciones. 

Gracias a Dios, en mi fitness studio, desde un principio hubo cursos y los disfrutamos muchísimo. Fue un chorro de felicidad con cada uno de los cursos. Claro que todos se realizan con muchas restricciones. La más significativa de ellas tiene que ver con el número de participantes: sólo 18 como máximo. Y lo peor es que hay que inscribirse antes, lo que me quita mucha espontaneidad.

Para inscribirme, tuve que bajar la aplicación de mi gimnasio. No quería hacerlo, ya que pienso que, mientras menos apps, mejor. Pero no me quedó otra: la bajé y, desde entonces, me inscribo en los cursos en algún momento del primer día de la semana -el lunes- a partir de las 0 horas… de las cero horas. Sí, porque tienes que inscribirte dentro de la misma semana que corre. O sea, no te puedes inscribir para la semana siguiente. Y la semana comienza el lunes a las 12 de la noche del día domingo. 

En otras palabras, si me quedo despierta hasta medianoche o si despierto a esa hora, tomo mi celular y me inscribo inmediatamente en todos los cursos de esa semana. Si no, simplemente lo hago cuando despierto el día lunes temprano. A las 7 AM, apenas abro los ojos. No es posible inscribirse para cursos de la semana subsiguiente o en dos semanas más, para impedir que gente se inscriba para todo un mes, y bloquee así todos los cursos.

Los cursos “se cierran” cuando se ha inscrito el número máximo de personas admitido en la sala de ejercicios que es bastante amplia. En ella hay marcas en el piso: un total de 18, una para cada persona, con una separación de 2 mts entre ellas. No creo equivocarme, si sostenga que, alguna vez he contado más de 18 personas. 

En el tema inscripción, tengo ventaja comparativa por haber bajado la aplicación. Algunas personas no la tienen. Lo que es raro, porque, al comienzo, advirtieron que nadie podría inscribirse, sino a través de la app; pero parece que hay gente a la que esto le da lo mismo y prefiere llamar por teléfono. Según me han contado algunas señoras.

Si el curso está lleno, entonces, simplemente no puedes inscribirte, la app no lo permite. Si te inscribes y después no puedes ir, se supone que te puedes “desinscribir” por medio de la misma app, aunque por mi experiencia de la semana pasada, esto no resulta. Sí, la semana pasada me inscribí en un curso de las 11 AM -que, en realidad, es demasiado tarde para mí- y cuando se me complicaron las cosas por causas ajenas a mi voluntad, intenté borrarme mediante la función “cancelar” de la aplicación; pero no resultó, así que terminé llamando por teléfono como los viejitos que no han instalado la app. 

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