Balance de dos semanas

Llevamos ya dos semanas desde que se agudizó la crisis y se tomaron medidas más drásticas para frenar la propagación maltusiana, esto es exponencial, del virus corona. Ya en mi primer post en este blog, les conté lo agradable que podía ser la vida un domingo de primavera pese a la epidemia.
Sí, hemos tenido dos semanas de primavera, esto es, de buen tiempo. Algunos días han estado un poco fríos, pero generalmente, la temperatura ha sido agradable y, sobre todo… A quién le importa el frío si brilla el sol. Sí, hemos tenido sol.

Pero hoy tecer domingo de corona -otro domingo sin misa y eso que estamos en cueresma- amaneció no sólo frío, sino que… bueno, muy temprano brillaba el sol. Pero a eso de las 10 u 11 de la mañana (no sé bien qué hora era, ya que, para colmo de males, hoy cambiaron la hora), un amigo envió un mensaje en que nos avisaba que en el Volcán Berg, estaba nevando. OMG! Es lo que nos faltaba: no sólo tenemos al corona amenazándonos, sino que además, nieva. Y además ¡cambian la hora…! ¡Armagedón total…!
Durante esta crisis de corona, un amigo mío ha salido por lo menos cuatro veces al día a caminar. Cuando haces home office, esto es, cuando trabajas en la casa, eso es posible. Posible y necesario, ya que necesitas moverte, cambiar de aire, estirar las piernas, hacer ejercicio.

Realmente no entiendo cómo puede resistir la población de estos países donde hay una cuarentena total de toda la población y una prohibición de salir a la calle. Realmente, es como para volverse loca. No creo ser muy pesimista si me atrevo a vaticinas que, al final del lock down, la población de muchos países sufrirá demasiados trastornos psicológicos. Hace poco les contaba que un encierro es una experiencia traumática y que como tal habrá que tratarla.

Volviendo al tema del paseo diario en estos aciagos días de corona en que haces home office, en ellos puedes salir libremente de la casa y planear tú día, si es que tú eres quien ejerce el control sobre tu horario. Porque me puedo imaginar que algunas personas no tienen esta posibilidad. Puedes llevar contigo el celular, mientras paseas y conversar con colegas, con clientes o con alguien que quiera hablar contigo por razones de trabajo, por teléfono.
Un vecino lo hace siempre, no sólo ahora en la época de corona. Él trabaja desde su casa. Muchas veces lo veo paseando a su perro y hablando por celular en inglés, con la ayuda de un headset[1]. Alguna vez, vi una película en que Russel Crow daba instrucciones a uno de sus agentes secretos mientras iba a dejar a los niños al colegio. Acá no hay colegio, pero se trata igualmente de alguien que “trabaja” gracias a su celular y a sus audífonos y micrófono.
Algunas veces, también yo lo hice, mientras caminaba, cuando trabajaba en una oficina en la ciudad. Incluso, en una oportunidad, no sólo caminaba, sino que devoraba un delicioso sandwich como mi desayuno, con tal mala suerte que le di un mordisco al cable y uno de los audífonos, ya no funcionó más.
Hasta ahora, he podido salir a caminar todos los santos días, sin excepción. La mayoría de las veces, una vez al día: ha sido una larga caminata, generalmente por el bosque. Lo que ha contribuído al aumento de mis seguidores en Instagram, ya que las fotos del bosque en primavera y con buena luz del sol, son espectaculares.

Otras veces, he salido más de una vez al día. Sola o con alguien. La primera semana, salíamos de a tres o de a cuatro. Pero el domingo pasado, el gobierno tomó la decisión de imponer el social distancing y sólo podemos andar de a dos. La otra alternativa es hacerlo de dos en dos. A este tema, me referiré más adelante.

Es más, un día de la semana pasada caminábamos por la ciudad de a tres. Y una vendedora nos llamó la atención. Tengo que decir que la vendedora es anciana y es asiática. Trabaja en uno de mis locales favoritos: un coreano. La comida coreana está muy de moda hoy en Alemania. Le explicamos que éramos de la misma familia y vivíamos en la misma casa, con lo que quedó tranquila y comenzó a sonreir. Parece que la buena señora está muerta de miedo con esto del virus corona.

Así es, si vives en la misma casa, puedes andar con todas las personas que quieras y que vivan en la misma casa. Normalmente, la gente que vive en la misma casa pertenece a la misma familia. Pero hay otras constelaciones, por ejemplo, estudiantes y gente joven que no quiere vivir sola y que comparte una casa o un departamento con otra. Se ve muchos papás y mamás con dos o tres niños que es lo que más tienen las familias por aquí: dos o tres hijos. Al menos, en esta región. Creo que hay otras regiones con menos y otras con más niños por familia. También hay familias patchwork.
Si quieren que les cuente la verdad, estas semanas han sido buenísimas. En mi casa, todos relajados. Los sueldos llegan así no más. Podemos trabajar desde la casa. El sueño de trabajar en piyama, podemos cocinar juntos, ir al supermercado a “cazar papel higiénico”, hay algunos amigos con los que nos seguimos viendo y salimos a caminar. Jugamos juegos al mediodía. Leemos libros y vemos películas por la noche. ¡Ideal!

Por supuesto, que hay gente -y es la mayoría- que no está en esta situación tan favorable como la nuestra. Mi instructora de pilates con sus cuatro hijos a los que tiene que mantener y sin sueldo, ya que los gimnasios están cerrados. El dueño de una de mis pizzerías favoritas que ahora está cerrada y que tiene que pedir ayuda al estado para no caer en insolvencia. Varias amigas que trabajan en algún colegio “a honorarios”, esto es, por el trabajo efectivamente realizado. O sea que, si no hay colegio, no hay paga.
Estudiantes que se mantienen gracias a los jobs en cafeterías o restaurants que igualmente están cerrados. Para qué hablar de los estudiantes que no pueden obtener sus títulos y por tanto, no pueden trabajar, porque se quedaron sin dar una dos o más pruebas o cuyo examen se suspendió en la mitad y que ahora se ven imposibilitados para comenzar a trabajar en la profesión que han estudiado ya que no tienen su título. Hay mucha gente que no sé cómo se va a mantener.

Una tía anciana me dice que el estado proveerá, esto es, el estado va a pagar a todas esas personas todo, todo lo que dejaron de ganar, el arriendo del edificio donde está su local, el arriendo de su casa. Incluso hay políticos que exigen que el estado compre parte de las Pymes (pequeña a mediana empresa) para apoyar a los pequeños empresarios.

Pero ¿puede el estado hacer esto? Bueno, de poder puede. Pero pensamos en las consecuencias a futuro. ¿Cuantos fondos destinará el estado a apuntalar la economía que él mismo decidió paralizar para evitar la propagación de la epidemos? Asimismo, cabe preguntarse ¿de dónde sacará el estado los fondos, si las empresas no pagan impuestos?

[1] A pair of headphones or earphones, or a singular headphone or earphone, typically with an attached microphone, en Wiktionary

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