Lord Acton en tiempos de corona

Con motivo de la epidemia o de la pandemia del virus corona, vemos una importante, fuerte y grave limitación a las libertades y derechos individuales garantizados por la Ley Fundamental que es nuestra constitución. Esto ocurre en casi todos los países del mundo y cuenta con la aprobación mayoritaria de los ciudadanos y de las ciudadanas.
Este cercenamiento es una necesidad; pero no jusitifica, en ningún caso que se prolongue más de lo necesario, ni que se extienda más allá de lo indispensable. Limitar nuestros derechos porque “puede pasar algo”, algo que aún no se sabe si parará, no es aceptable. La necesidad no lo justifica todo y no puede pasar a llevar las normas fundamentales de convivencia.
Gracias a Dios, desde hace uno o dos días, han aparecido voces liberales que han planteado que es super necesario fijar un límite temporal a todas las restrcciones de nuestras libertades actuales justificadas por la lucha contra el virus o más bien, por los esfuerzos de disminuir su velocidad de propagación para que el sistema de salud tenga suficientes camas y equipos respiratorios y de protección para atender a pacientes graves.
Doy gracias a Dios de que algunos ministros-presidentes y la asociación de alcaldes nos haya librado de un eventual lockdown. Ya con el shutdown creo que tenemos suficiente. Actualmente las libertades de movimiento, de desplazamiento, de culto, de religión, de reunión y las libertades económicas se hayan fuertemente limitadas y esto sólo puede ser algo temporal, pero no eternitarse.

Tenemos el mal recuerdo comparado de lo que pasó en Estados Unidos después del 9/11 y no creo que podamos aceptar algo así.

Hace un par de días, el ministro de Salud (ala más conservadora de la conservadora democracia cristiana) tuvo la brillante idea de pasar los datos de los usuarios de teléfonos celulares de la Telekom a las instituciones de salud, para entender cómo se había difundido o se estaba difunciendo el virus por el país. Nada más reñido con el estado de derecho, con nuestra sociedad liberal y con la protección de los datos.
Afortunadamente, la ministra de justicia, impidió que esta medida prosperara. Por muy loable que sea saber cómo se propaga el virus, no quiero que den los datos de mi movimiento a nadie. Es un poco paradojal que un político de un partido liberal-conservador pretende adoptar medidas estatistas y que una ministra social demócrata lo impida, en defensa de la libertad individual de los ciudadanos y de su autodeterminación.

La lucha contra el virus no puede usarse como excusa para desmontar mecanismos democráticos. La crisis no puede ser un pretexto para cambiar todas las coordenadas de la democracia, dijo hoy en una entrevista en un diario de Colonia, el jefe del partido liberal, Christian Lindner, y tiene toda la razón.
Lo que hoy nos puede parecer una medida apropiada en la lucha contra una pandemia, fácilmente puede convertirse en un instrumento de vigilancia de los ciudadanos. De lo que se trata es de que, luego de que pasa la crisis del virus corona, no nos despertemos en un estado con tendencias autocráticas. Como parece que ocurrirá en Hungría.
Por muy buenos que sean los gobernantes -una tía anciana apoya cada medida gubernamental, porque dice que ella confía en los gobernantes- siempre hay que ponerles límites y frenos. No sólo porque tal vez después vengan otros gobernantes que, tal vez, no sean tan buenos. Sino también porque, como decía Lord Acton[1], el poder corrompe. A lo que agregaba, el poder absoluto corrompe absolutamente[2].

[2] Power tends to corrupt and absolute power corrupts absolutely, en Letter to Archbishop Mandell Creighton (Apr. 5, 1887)

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