¡Devuélvanme mi vida!

Esta mañana, me despertó un papá -me refiero a un hombre- que pasaban frente a mi casa con niños pequeños. Tosiendo. Tal vez pertenece a ese 2% de personas infectadas, pero que no saben que tienen el virus.

Pocas veces antes, había visto tantos hombres paseando con sus hijos pequeños. Generalmente, va la mamá también, pero esta vez, vi a hombres solos. Es, sin duda, consecuencia del encierro a que nos tienen obligados las medidas originadas por la pandemia del virus corona.
Si la mayor participación de los papás (hombres) en la educación y el cuidado de sus hijos permaneciera después de que se levanten las medidas de restricción, sería algo muy bueno. Pero, ¿será así nuestra vida después? En un post anterior, me preguntaba ya cómo será nuestra vida después de corona 
¿Y si cambiara todo para bien? como creen algunos demasiado optimistas, lo que critiqué como una ensoñación de la gente que tiene una fe ciega en que después de corona sobrevendrá un cielo nuevo y una tierra nueva 
Aunque estemos en Pascua de Resurrección, no creo que de un día para otro, vivamos en un mundo nuevo tan sólo porque pasamos una epidemia, por muy pandemia que sea.
De cielos nuevos, nada, en nuestra sociedad que niega la trascendencia. Pero claro, cuando se rechaza la trascendencia, se tiende a hacer de la tierra un paraíso terrenal. Mucho de milenarismo hay en esto. Por algo, extremistas ateos de ambos lados del espectro político, usan con tanta frecuencia el hashtag #coronaapocalypse o #coronaapocalipsis.
Es un intento de revitalizar el viejo cristianismo; pero vacío de trascendencia. Es la no-trascendencia disfrazada de nuevo humanismo. Para mí, el humanismo implica conocer y reconocer los hechos y no vivir de ensoñaciones que prometen venir. Y que no llegarán.
Nuevamente, planteo mi tesis: la buena vida que tendremos después se usa como justificación para establecer todo tipo de limitaciones que se hallan así justificadas por un futuro mejor. Es el “aguante, aguante, qué ya vendrán tiempos mejores”.

Pero, en realidad, la inmensa mayoría de la gente sólo quiere volver a su vida anterior. Buena o mala; pero es su vida. Me parece que esta es una decición suya, o sea nuestra, de cada persona y no del destino, ni de algunos expertos, ni tampoco de los virólogos. Hoy se habla de una expertocracia o más bien de una virólogocracia.

El grito parece ser simplemente: “¡Devuélvanme mi vida!”
Lo anterior, no significa que no podamos cambiar algo a nivel personal, por ejemplo, creo que la mayor comunicación y contacto con los demás, será algo que vamos a cultivar más cuando se acabe todo esto. Precisamente porque hoy no lo tenemos.
A veces, cuando nos falta algo, lo valoramos mucho más. Por ejemplo, algo tan simple y que era parte de mi vida previa a corona como salir a comer a un restaurant. Algo tan siemple; pero que, en estos momentos, es imposible de realizar, ya que todos los restaurants están cerrados. Tendría que irme a Suecia a comer, donde aún están abiertos.
Hoy en día, estamos usando más los servicios que te traen la comida a la casa: los delivery. No creo que los vayamos a dejar de lado después de corona. Creo que restaurants, cafés, locales donde te puedes sentar a tomar y a comer algo van a convivir con los servicios de entrega a domicilio.
Es como lo que yo creo que pasará con los cines vs. los servicios de streaming: se van a complementar. Yo no voy a dejar de ir al cine porque pueda ver una película en la casa. No lo he hecho nunca. Hay películas que veo en el cine y después en la casa y otras que sólo alcanzo a ver en la casa y un tercer grupo que solamente he visto en el cine.

Les confieso que cuando vi venir toda esta distopia de corona -me refiero a las medidas de prevención- lo primero y lo último que hice, fue ir al cine con dos amigas. Vimos The Call of the Wild con Harrison Ford. Tengo guardadas las fotos que nos tomamos como recuerdo.

Sí, queremos volver a nuestra vida habitual, a nuestra cotidianidad. A lo que hacíamos siempre. Retomar el rumbo acostumbrado. En eso consiste nuestra libertad. No queremos experimentos, ni un mundo supuestamente mejor. Y si cambiamos algo, lo haremos por nuestra propia decisión.

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