La película Contagion y el papel del Ejército en una pandemia

Se comenta -y ciertamente es verdad- que las empresas que más han ganado con esta criris. O más bien, las que más han subido su valor son Amazon y Netflix. Asimismo, Disney lanzó su canal Disney Plus anticipadamente. Sí, es cierto, nuestro consumo de series y películas ha aumentado exponencialmente con las crisis. En mi casa, vemos muchas películas y muchas series. Ya lo hacíamos antes de existir el streaming, yendo a buscar primero video-cassettes y luego DVDs a la mediateca, originariamente llamada videoteca.

Pero claro, ahora somos más en mi casa y el 50% es un público joven que, afortunadamente alcanzó a dar todas las pruebas y exámenes antes del shut down, en que colegios y universidades cerraron. Aunque teóricamente, los colegios siguen funcionando sólo para los hijos de personas que trabajan en labores indispensables, como hospitales, hogares para cuidados intensivos, policía, militares, médicos de todas las especialidades y las residencias para ancianos ayer mencionados[1].

Ayer sábado por la noche, vimos la película Contagion[2] que vi por primera vez el año 2011, cuando fue estrenada. En esa época, íbamos cada semana al cine de mi ciudad, con un grupo de amigos y amigas. Contagion se ambienta bajo la influencia o más bien en el ambiente post gripe porcina y post SARS del 2002-03, que fueron las primeras pandemias después de la gripe española en las postrimerías de la I Guerra Mundial.

En la película Contagion, el virus es originado por un murciélago que contagia a un cerdo, que es luego comido en un restaurant de Hong Kong y de allí, desde un casino-restaurant, el virus se expande por el mundo, desde las manos del cocinero que coge las manos de una abogado norteamericana que lleva un “matrimonio abierto” y se la contagia a su ex-amante, etc, etc.

Como en la realidad actual, los protagonistas de la película son los virólogos. Hombres y mujeres. En Alemania, parece que tenemos casi[3] solo hombres virólogos, o, al menos la prensa sólo entrevista a hombres. A diferencia de lo que ocurre en nuestra realidad, en la cinta de Hollywood, todos los virólogos son de la misma opinión, de manera que no parece haber alternativas.
Uno de los protagomistas es un under dog, un anti-héroe[4] intepretado por Jude Law. Se trata de un bloguer que no sólo cree en teorías de la conspiración, sino que las divulga en internet: en su blog (con más de dos millones de visitas, era la época de la llamada revolución de los blogs), en Twitter y en Facebook. El 2011, no había ni Instragram, ni whatsapp o la empresa rusa Telegram.

A ver cuando este blog llega a los dos millones de visitas, claro que sin teorías de la conspiración. A mucha gente le gustan las explicaciones fáciles, en que hay unos buenos y otros malos. En la mayoría de las teorías de la conspiración, los malos son los otros y yo pertenezco al grupo de los buenos. Las teorías de la conspiración tienen algo de gnosticismo: yo soy una elegida que sabe, que conoce la verdad y los otros -pobres tontos- no la conocen. Hay mucho de soberbia en cada conspiranoia.

La película también tiene co-protagonistas: son militares, sobre todo uno que es algo así como el jefe del estado de emergencia. Parece que en los Estados Unidos, los militares tendrían un papel preponderante en una pandemia. Salen a las calles, lo controlan todo, dan las órdenas y curiosamente no se enferman. Supongo que el uniforme los hace inmunes.
Algunos alemanes sueñan con ver a los militares en las calles, combatiendo el virus, disparándole con tanques y ametrelladoras. Incluso salió un poster muy criticado al respecto. Otros -más realistas- ven a soldados en las puertas de los supermercados controlando que los consumidores no compren más que un rollo de papel para el baño[5].

Si los militares alemanes salieran ahora de sus cuarteles, sólo podrían ayudar a los civiles en las cosas que ellos les pidieran. Asistenz, esto es, asistencia, se llama la figura jurídica en Austria, un término que es muy fácil entender para quienes hablamos castellano: los militares prestarían “asistencia” a los civiles, los asistirían. No darían las órdenes. En Alemania, se habla de Amtshilfe. Leo que se ha traducido la norma correspondiente de la Ley fundamental como “Asistencia judicial y administrativa; ayuda en caso de catástrofe”[6].
La asistencia consistiría probablemente en realizar tareas médicas o de ayuda en caso que ocurriera alguna catástrofe. Porque las catástrofes naturales y las causadas por el hombre seguirán ocurriendo. Los ríos no dejarán de salirse de su cauce, los trenes no evitarán descarrilarse tan sólo porque el coronavirus anda por ahí deambulando. Lo que parece que la Bundeswehr no está dispuesta a hacer es cuidar ancianos. Se cuenta -es un rumor- que hubo una petición de parte de un hogar en Würzburg que fue rechazada, ya que los militares no tienen el personal entrenado en cuidados de ancianos.

Volviendo al tema inicial: la película Contagion es recomendable; pero lo que se cuenta en ella no pasa aquí, ni ahora, ni así. Actualmente, no muere el 20% de los enfermos de covid19. Tampoco hay revueltas en las ciudades, ni hay saqueos a los supermercados[7], ni a las farmacias. No asaltan casas particulares en busca de vacunas, ni de alimentos. Entre paréntesis, ya sé por qué en Estados Unidos han aumentado exponencialmente las ventas de armas, como en el resto del mundo las de papel para el baño. Para mí, la película muestra claramente lo que puede pasar cuando el pánico invade la sociedad, qué puede ocurrir cuando la gente se mueve por miedo, cuando el pavor se apodera de la sociedad. Muy lejos estamos de ello y espero que sigamos así.

[2] Contagion, en Wikipedia.
[3] La única excepción que conozco es la de Melanie Brinkmann
[4] Supongo que todos conocen la teoría del viaje del héroe, indispensable para entender las películas norteamericanas.
[5] Esta idea la mencionó una política liberal en algún podcast, por supuesto que riéndose de ella. Sobre el tema papel higiénico, ver mi post Somos cazadores y cazadoras
[6] Ver el art. 35, de la Ley fundamental alemana en castellano.
[7] Eso se lo dejamos a los violentistas en Chile.

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