La señora con guantes


Hoy es el día 21, me comenta un amigo desde el escritorio del lado, en tiempos de home office. Esta mañana, fui a comprar a la estupenda florería, verdulería y frutería que queda a poco menos de mil pasos de mi casa (al menos, eso es lo que me dice el celular) y, en el camino, vi a una señora de mediada edad, barriendo la vereda de su casa con guantes.

La señora barría la vereda de su casa, frente a su casa, con guantes. Tenía en la mano un escobillón, su escobillón. Era una casa, no un departamento. Me pregunto qué sentido puede tener usar guantes cuando usas tu propia escoba. Mi respuesta es: cero sentido.

Los guantes protegen, en el mejor de los casos, contra gotas que eventualmente han caído de la boca de una persona infectada y que, permanecen algún tiempo en la superficie de algo. Cuánto tiempo permanecen, no hay acuerdo entre los científicos, cuyas opiniones varían mucho en este punto. 

Sinceramente, no entiendo para qué la señora usa guantes si el escobillón es suyo. ¿De qué infección, de qué virus puede estar protegiéndose si ella es la que toma su propio escobillón que guarda en su propia casa? La gente que no sabe, cree cualquier cosa. El poder de autosugestión es enorme. Para ella, los guantes son una especie de placebo.

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