Una semana de máscara


Llevamos una semana de máscara o sea, de protección de nariz y boca, como se llama oficialmente. Esto es, de vivir con la mascarilla y de usarla una y otra vez cada vez que entramos a un negocio, que esperamos el bus o viajamos en él o en tranvía o en tren (pero sólo en un tren dentro de la ciudad, en los trenes que van de una ciudad a otra, la máscara no es obligatoria).

Como expresé la semana pasada, la mascarilla es símbolo de la pandemia, no sólo para los aficionados al hart rock, sino también de los fans de los gatos, con sus mascarillas con el dibujo pertinente o de las amantes de las flores o de un color determinado, sino también de los militares. Esta semana, en Instagram apareció una foto del presidente van der Bellen con máscara, y detrás, dos militares austriacos con mascarillas de los colores de la bandera de Austria[1].
En otras palabras, la mascarilla es símbolo de la pandemia y también de otras cosas, como gatos, perros, colores o bandas de rock. Y es hasta parte del uniforme. Basta ver a los carabineros chilenos, algunos -no todos, probablemente no hay tanto género, ni tanta gente que pueda coserlas- con máscaras del mismo color de su uniforme verde. El verde ha sido el color tradicional de la policía en todo el mundo, hasta hace poco en que se ha comenzado a imponer el color azul.

Nunca antes había visto tantas máscaras botadas en la calle como esta semana. Claro, la gente no está acostumbrada a usar este tipo de protección y simplemente, se le cae al suelo. Problamente no tiene un lugar fijo para dejarla, la pone en “cualquier parte” y la nueva prenda de vestir es víctima de la fuerta de gravedad. Me pregunto cuántas personas han muerto porque se les cayó la máscara.

Una vecina me cuenta que ella tiene muchas máscaras y las pone en todas partes. ¡Oh no! Eso no ayuda en nada a la reducción de las enfermedades, ya que muy higiénico no es tener muchas máscaras en cualquier parte. Como me dice una amiga mía médico: la máscara no ayuda, porque la gente no sabe usarla. Claro, cómo vamos a saber usarla si no somos médicos.
El estado nos ha pasado una responsabilidad para la que no estamos preparados y nosotros, la sociedad civil, la hemos aceptado como parte de la estrategia de exit. Esto es, para salir de la casa y volver a abrir los negocios, poder ir a la peluquería y poder volver al trabajo. La máscara es una especie de placebo: me pongo la máscara y ella me defiende del virus corona, es mi escudo protector.
Alguna gente pasea por la calle con la máscara puesta. Los conciudadanos árabes, por ej. Me pregunto qué pasa en Austria, donde estaba prohibido taparse la cara en público, medida que fue tomada por el tema musulmanes… O más bien, musulmanas. Cuando salió la ley recuerdo que en Viena, tuvieron problemas algunas personas que estaban disfrazadas de ninjas para una acción de publicidad en un negocio de Legos[2].
Otros manejan su auto con máscara. Me pregunto si no saben que eso sí que está prohibido. Parece que no han leído la Ordenanza general del tránsito que prohíbe manejar un vehículo con la cara tapada. Cuando manejas un auto, hay que mostrar la faz. Por eso, en Alemania, no está permitido oscurecer los vidrios en la parte delantera del auto: el piloto y el copiloto tienen que poder verse siempre. Lo que considero una muy buena medida.

Recuerdo a una familia chilena que vino a Europa hace algunos años, para que no le diera el sol a sus niños, pegó -estando aún en Francia u otro país cercano- protectores solares en los vidrios. Pero no sólo en los vidrios de atrás, sino también en los de adelante. Llegados a Alemania, los paró la policía y les advirtió que no podían seguir si no despegaban los parasoles de los vidrios, lo que no les fue fácil.

Hay una sola excepción en que se puede conducir con máscara: si eres taxista y llevas pasajeros. Pero la mayoría de las personas que veo con máscara manejando su vehículo no es taxista, ni manejan un taxi. Esta actitud me recuerda a la señora que barre su vereda con guantes, de la que les hablé hace algunos días.
Mejor ni hablar de quienes andan en bicicleta con la máscara puesta. Tal vez se trate de algún tipo de auto-tortura. O bien, de algún tipo de entrenamiento antes de subir el Everest u otra montaña muy alta. Quien sabe. Quizás sean futbolistas profesionales y se preparen para jugar un partido en altura, en Andorra la Vieja o en Ereván.
A propósito de fútbol y para terminar este artículo: ayer se supo que tres de los futbolistas del FC Köln -según Wikipedia, el sexto club más grande de Alemania- están infectados con el virus. Y, como no tenían síntomas, no se habían dado cuenta. Pero les hicieron el test obligatorio para poder entrenar y los descubrieron.

[2] No recuerdo la historia exactamente, pero fue algo así.

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