Le regla número once


En uno de sus últimos podcast[1], Sacha Lobo[2] decía que algunas personas esperan que un virólogo les dé instrucciones exactas de lo que tienen que hacer. Si el virólogo les da diez reglas y surge una situación X para la que se necesita una regla número once, entonces, las personas no saben qué hacer y recurren al virólogo preguntando por una regla número once.
Es una regla décimo primera -o décimoprimera- y no “onceava” como algunas personas le llaman erróneamente. Un onceavo es una onceava parte de un todo. Esto es: divides una unidad en once partes y cada una de las partes en que la divides es una “onceava parte”. Por el contrario, la regla número once es la décimo primera regla de un conjunto de normas o reglamento[3].

Esta semana, presencié una escena en el gimnasio que ejemplifica exactamente la tesis de Lobo. En la amplia sala en que tienen lugar los cursos, hay marcas pegadas en el suelo, una para cada una de las 18 personas que nos hemos inscrito en el curso. Son marcas de color amarillo que cada persona tiene que ocupar, porque entre ellas, hay 2 mts. de distancia y de esta manera, se garantiza la separación que debe existir entre cada participante en el curso.
A veces, hay menos de 18 personas. Es raro que los cursos estén totalmente llenos, entre otras razones, porque hay gente que se inscribe y después no va, impidiendo que otra persona tome su lugar[4]. Lo que es ciertamente criticable.
Uno de estos días, éramos menos de 18 personas -todavía, porque nunca falta la gente que llega tarde- y una de ellas, una chica joven, tendió su colchoneta sobre una de las marcas amarillas, como dice la regla número uno. Bueno, en realidad, no dice que hay que colocarse encima de la marca, en realidad no dice nada. Pienso que la primera regla se puede interpretar como colocarse sobre, colocarse atrás o colocarse adelante, al lado o al otro lado.

Es evidente de que el sentido de la primera regla es el de guardar la distancia y para ello sirven las marcas en el piso. Pero también hay que usar la cabeza y el sentido común para determinar si estoy muy cerca de la otra persona. Si su colchoneta es muy grande o si ella misma es muy alta o si colocó su colchoneta de una forma que la hace estar demasiado cerca de la mía, etc., etc.
Pues bien, es un curso de pilates hay una mayoría de mujeres de 60 para arriba, que, en Alemania son bien especiales… [5], por decirlo de una manera educada. Las señoras alrededor de la chica joven, comenzaron a hablar todas al mismo tiempo, señalando que estaba muy cerca de ellas y que se fuera a otra parte. Yo me acerqué y le propuse que se trasladara con su colchoneta, a un lugar al lado de la tarima de la instructora, ya que ahí siempre hay un lugar libre, aunque esté sin marca.

En otras palabras, le propuse que ocupara un sitio carente de marca en el suelo; pero que estaba libre y alejado de todos los demás y, con ello, ella quedaría a gran distancia de todas las demás personas. Lo que ella hizo en definitiva.
Pero entre tanto, las señoras hablaban cada una por su lado, sin escuchar a las demás. Se acercaron a la instructora para que ella dirimiera el asunto. Después de todo, en el curso, la instructora es la “autoridad” y debe decidir. Le preguntaron si le regla consistía en colocarse encima, detrás, delante o al lado de la marca que habían puesto las autoridades del gimnasio en el suelo.

Las señoras eran, fueron, son incapaces de pensar por sí mismas, de reflexionar y de moverse ellas mismas y de trasladar sus colchonetas, cantimploras, botellas, toallas y eventualmente bolsos, de manera de quedar a una distancia razonable para no contagiarse con el virus, en el caso de que la mujer joven haya estado infectada con el SARS-CoV-2. Caso muy poco probable[6], pero nunca se sabe.
En vez de ello, pidieron una regla número once. Determinar el contenido de esta regla correspondía, no a un virólogo, ya que no había ninguno presente en el curso de pilates, sino a la profesora de pilates. La profesora piensa igual que yo y les dijo que se arreglaran de tal forma que quedaran a distancia de las otras. Obvio. La mujer joven terminó en un lugar sin marca -esto es, no respetó las reglas- pero ya nadie se volvió a quejar, al menos por ese día.

[1] Durante la pandemia, los podcast se han puesto de moda. Yo escucho podcast desde hace muchos años.
[3] Paradojalmente -o no- este es un error que cometen con frecuencia ciudadanos españoles. Por lo general, se trata de ese tipo de personas que cree que tiene el derecho y el deber de corregir a todas demás las personas que hablan castellano en el mundo.
[4] A esto me referí en un post anterior titulado: Abrieron los gimnasios
[5] Son la generación de los hijos o de los nietos de la guerra. Educados por personas que habían vivido la guerra o por sus hijos.
[6] Los habitantes de Bonn son 160 mil y esta semana, según mis cálculos, los casos activos de covid19 con poco menos de 30. Sé que el 24 de mayo eran 39, por una entrevista al virólogo Streeck (https://www.general-anzeiger-bonn.de/bonn/hendrik-streeck-im-interview-virologe-rechnet-mit-anstieg-der-infektionen-im-herbst_aid-51299271).

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