Mi primer cumpleaños en semanas

Este fin de semana, una amiga nos invitó a su cumpleaños. Aunque es de mi misma edad, es mi ahijada -ya que se bautizó como adulta- y la he acompañado en momentos difíciles, de manera que tenemos una relación cercana y firme. Les cuento esto, para explicar porqué acepté la invitación, pese a que, entre las recomendaciones para la época de corona, teóricamente, nos podemos reunir sólo personas de dos hogares diferentes y nada más.

Su celebración fue pequeña -no como las de otros años- pero pese a ello, habíamos personas de su familia y de la mía que, en total -entre sus parientes y mi familia- formábamos un grupo de más de dos hogares. 

Con esto de los dos hogares o Haushalt, los “expertos” alemanes, se refieren a unidades familiares, de personas que viven bajo un mismo techo. Evidentemente y gracias a Dios, nadie puede controlar si esto se cumple en la esfera privada. Ninguna autoridad puede verificar si invitaste a personas de dos hogares y nada más. A quién invitas a tu casa es decisión tuya. 

La mamá de mi amiga -técnicamente la madrastra, ya que es la segunda señora de su papá viudo- criticaba mucho a las personas jóvenes que se quejaban de las privaciones impuestas durante la época de corona.

Ella hizo un comentario que me recordó alguna estadística a la que me referí en un artículo anterior. No encuentro el artículo, así que no dejo link; pero se refiere a que las restricciones afectan a la gente joven; pero en mucha menor medida a las personas mayores que siguen viviendo como siempre. 

La mamá de mi amiga dijo que su vida no ha cambiado mucho desde que comenzaron las medidas rescrictivas.

Claro, la generación mayor no ha cambiado de vida. Esto es, a la gente de cierta edad, le da lo mismo vivir sometida a todas las restricciones o no. Porque siempre vive así. Tengo que decir que ella trabaja en una tienda, de manera que igual ha tenido que ir a trabajar. O sea, no es de las más afectadas, sale todos los días y la única diferencia es que al entrar a su lugar de trabajo, le miden la temperatura.

En Alemania, la generación mayor no ha cambiado de vida. Esto hay que ponerlo de relieve, porque me imagino que en otros países donde la gente es sociable, los abuelos y las abuelas deben estar muriéndose sin ver a sus familias y amigos. Sin juntarse a tomar té, a jugar bingo, sin ver sus amigas y amigos, sin ir al cine o sin salir de paseo a algún mall o a algún parque o a la playa, etc. Pero acá, las cosas son distintas. Acá la generación mayor -y no tan mayor- efectivamente vive como si siempre hubiera corona.

Yo no quise polemizar, después de todo, era el cumpleaños de mi amiga y había que comportarse bien, ser amable y dejar pasar algunas cosas. Para mí, tampoco es problema hacer este tipo de concesiones. 

¿Qué podía decirle? Refregarle el en rostro que su vida es muy aburrida. ¿Que vivir en un eterno corona para mí sería comparable a las penas del infierno? Explicarle que los jóvenes alemanes sí se aburren. Que no pueden, que no podemos ir al cine, ni al teatro, ni encontrarnos con amigos y conocidos, que se han suspendido varios de los cumpleaños a los que yo estaba invitada y que este -donde me encuntro con ella- es el primero al que voy en siete semanas?

Que no pudo durante dos meses, ir al gimnasio, que no puedo ir a la piscina, ni tampoco irme de vacaciones. Que hay amigas a las que no veo hace siete semanas y que si vi a su hijastra durante ese tiempo fue porque nos encontramos por casualidad junto al río mientras yo esperaba que me sacaran fotocopias y ella daba una vuelta porque ya no podía más del encierro.

Traté de explicarle lo que sufren los papás ya que los niños no van al colegio, pero creo que esto fue aún peor… Pero esa historia, la dejamos para mañana o pasado. Ahora me tengo que ir a una reunión que haremos en un jardín y guardando la distancia de 1,5 o de 2 mts. Ya no sé cuál es la recomendada. Pero supongo que depende de la altura de la gente. Mientras más altos sean, mayor es la distancia a la que me voy a sentar ;)

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